... después de todo...

Columnas varias escritas por mí.

Nombre: Mariana
Ubicación: Chile

12.03.2005

LA IDENTIDAD CHILENA, AFECTADA POR LA DESIGUALDAD SOCIAL.

Chile es un país que se caracteriza por su desigualdad económica. A pesar de que en los años noventa hubo “avances en la disminución de la pobreza e incluso en la reducción de las desigualdades a partir de las transferencias realizadas desde los programas sociales, al punto de que se habría producido una **" , esta diferencia aún persiste. Para darse cuenta de esto, basta con pasar por un barrio de clase alta en la ciudad de Santiago, y ver la magnitud de lujo con que allí se vive; y ver también, cómo se vive en barrios pobres e incluso en campamentos, donde la gente subsiste con sueldos mínimos, y con trabajos pasajeros o “pitutos”. Y, por supuesto, podemos apreciar también a la numerosa clase media, que no es lo suficientemente pobre como para acceder a ayudas y beneficios fiscales, ni lo bastante rica como para tener una vida con preocupaciones económicas mínimas.

Claro está que en cada grupo social hay subdivisiones. Si tomamos al gran grupo social clasificado como el con mayor nivel de ingresos (ABC1), veremos bastante diferencia entre una persona perteneciente al grupo A (el de mayor nivel de ingresos) y una que forma parte del grupo C1. Y aunque no sea una diferencia tan grande como la que tienen con las clases bajas, estos grupos la sienten, y quizás con algo de envidia por parte de los grupos que no pertenecen a la clase A o B.

Por otro lado, la clase media y la baja tampoco ven siempre con buenos ojos a los grupos más adinerados, a ésos que se llevan gran parte del dinero total del país, siendo una minoría de personas. Incluso los ven con resentimiento. Ven una situación económica injusta, que les gustaría cambiar, aunque también les gustaría tener esos lujos.

Vemos, entonces que las clases bajas no se sienten en absoluto identificadas con los grupos más adinerados, así como estos últimos tampoco tienen empatía por los primeros. Y la clase media, no por estar en medio de ambas se siente más cercana a ellas. Aunque, es muy importante recalcar que se han realizado estudios que indican que la mayoría de los chilenos se autoclasifica en una clase inferior a la que realmente pertenece; esto puede ser provocado por ignorancia acerca de la realidad socio-económica del país, por una suerte de modestia o por no sentirse identificado con los grupos más altos a los que realmente pertenece.

Surge entonces, un especie de doble sentido identitario, porque por un lado los chilenos se sientes chilenos, sin ser nacionalistas; pero no se sienten identificados con “el resto” de la sociedad chilena. ¿Y qué es nuestro país sin nuestra sociedad?

El chileno sí tiene conciencia de ser chileno; no a un nivel de gran patriotismo, pero se siente parte del país. Celebra las efemérides correspondientes, sigue a los deportistas chilenos en el extranjero, defiende los intereses de su país cuando hay conflictos internacionales. Es un sentido patriótico simple, algo pobre, pero existe. En la identidad del chileno está el concepto de serlo y de sentirse como tal. Pero, la sociedad a la que se pertenece también es un aspecto importante de la identidad: saber a qué sociedad se pertenece, conocerla, identificarse con ella.

Y es precisamente el aspecto social con lo que el chileno no se siente muy identificado. ¿Cómo puede un pobre que vive con un sueldo mínimo, identificarse con una sociedad en la que ve que también hay gente que tiene la capacidad de derrochar dinero? No puede, o le costará mucho, pues ve una sociedad injusta, que no le agrada; y ve a personas demasiado diferentes a su entorno social. ¿Puede un millonario identificarse con una sociedad que está llena de gente tan distinta a él, y a la que quizás rechaza? Tampoco lo logrará, ni querrá conseguirlo.

Además, en una sociedad tan estratificada como la nuestra, a los distintos grupos sociales les cuesta mucho ver cómo es el país fuera de su entorno cercano, sobretodo en las ciudades más grandes, donde existe una suerte de división territorial entre sectores pobres y ricos. Es una situación que podemos apreciar fácilmente en una ciudad como Santiago. Allí, el pobre se educa, se recrea, consume, muchas veces en su barrio o en sectores neutrales. Es el trabajo el que muchas veces los hace salir de este entorno y ver modos de vida tan diferentes a los suyos, como son los de los barrios altos. La televisión influye también en esto, pues mediante ella el pobre puede ver cierto grado de riqueza que ésta muestra, sobretodo en el caso de la publicidad comercial.

En los barrios altos ocurre lo mismo que en los bajos: el grupo social se mueve en un entrono que le es familiar, cercano, que le gusta, y esto puede provocar que muchas personas sencillamente desconozcan cómo vive un pobre, porque no los ven; la pobreza para ellos es un concepto lejano y, no una realidad que forma parte de su identidad social.

Esta situación también se da en ciudades pequeñas, donde los más adinerados y la clase media pueden ver un poco más la pobreza, pero de lejos. Sin conocerla realmente; sin sentirla ni entenderla y sin que llegue a preocuparles demasiado.

El pobre también ve a los ricos de lejos, a veces con ideas erradas acerca de su forma de vida, y también con rabia, al ver una situación injusta.

Por otro lado, se da también la discriminación entre grupos sociales, lo que tiene sus consecuencias: muchas veces se crea una imagen falsa acerca del grupo al que se discrimina; y además, al discriminarlo, se le aleja aún más de la propia realidad. Y con esta actitud, que es algo así como “ellos no son como nosotros”, se va perdiendo el concepto identitario que se tiende de la sociedad y se impide que los grupos sociales se conozcan más.

Todo esto conlleva a que el chileno no se sienta realmente identificado con su sociedad, ya sea por ignorar cómo es ésta realmente, o por rechazar a los grupos sociales diferentes al propio.

Si nuestra sociedad fuese más empática, menos prejuiciosa, y sobretodo, si la brecha entre pobres y ricos disminuyera, probablemente nos sentiríamos más contentos con nuestra sociedad; sentiríamos que formamos realmente parte de ella, y que ella forma parte de cada uno de nosotros.

** cita extraída de “El sueño chileno”, Eugenio Tironi. (sólo el texto entre comillas), lo demás es original mío. Para evitar algunas confusiones que hubo, en gente que pensó que el ensayo completo era de Tironi.